Teléfonos inteligentes, aplicaciones inteligentes, luces inteligentes… ¿Qué significan estos conceptos que encierran la revolución más importante de la tecnología desde que se inventó la informática? La Inteligencia Artificial (IA) está cambiando el modo en que gestionamos aspectos personales, de la sociedad y la propia economía. Pero no es algo nuevo. Lo que ocurre es que es ahora cuando ha alcanzado un nivel de desarrollo tal que ha disparado el alcance de sus utilidades.
Básicamente, la IA es una tecnología mediante la cual un software empeña una tarea que le encomendamos, y lo hace de forma completamente autónoma. Por ejemplo: podemos pedir a un programa de análisis, con tecnología de IA, que nos diga el porcentaje de personas con barba o perilla, así como su rango de edad, que transitan por una determinada calle o avenida, en cualquiera de los dos sentidos. Obviamente, en la calle deben estar instaladas cámaras que captan las imágenes que analizará el programa. ¿Y a quién le interesa esto? Pues por ejemplo a una cadena de barberías que busca ubicación para abrir sucursal en una nueva ciudad.
El ejemplo anterior es sencillo, pero hoy en día la IA controla los suministros energéticos, centrales nucleares, ganan partidas de ajedrez a campeones como Gary Kaspárov, conducen coches…
Los inicios de la IA
El origen de la Inteligencia Artificial lo encontramos sobre el año 1936, cuando el matemático Alan Turing creó un programa para descifrar los códigos secretos nazis. Gracias a este genio, los aliados pudieron leer los mensajes secretos de los alemanes, lo que permitió adelantar dos años el fin de la Segunda Guerra Mundial. Alan Turing describió entonces lo que es un algoritmo informático y un ordenador. Posteriormente, en 1950, creó el llamado Test de Turing, una prueba que determina si una máquina es inteligente o no. El principio es simple: si un humano y una IA se enfrentan a las preguntas de un interrogador y éste no puede distinguir si las respuestas provienen del humano o de la IA, entonces la IA es inteligente. En 2014, por primera vez una IA superó el Test de Turing.
La aparición de ordenadores potentes, software de captación de datos y dispositivos con tecnologías muy avanzadas como sensores que miden el sonido, la calidad del aire o cámaras que permiten el reconocimiento facial, han disparado el desarrollo de la IA, que ha pasado de ser meros chatbots (ventanas de chat en las webs que responden a consultas de los usuarios) a conducir automóviles de forma utónoma.
Cómo funciona la Inteligencia Artificial
Comprenderemos mejor el funcionamiento de la IA si la comparamos con un programa informático. Éste, el programa informático, responde siempre según se le ha programado; si ocurre esto, haz lo otro. Es una lógica condicional, donde en función de la información que recibe actúa en un sentido u otro, pero siempre entre las opciones que se le han programado anteriormente. Cuando no sabe qué responder, lanza un mensaje de error.
En cambio, a un programa de IA no se le dan ya las respuestas posibles, sino que se le enseña a interpretar los datos que se le dan para darles un sentido y poder dar entonces una respuesta. Por ejemplo, si queremos utilizarlo para hacer un sondeo de palmeras en un parque natural, primero le enseñamos a distinguir palmeras de otros árboles. Esto lo hacemos mostrándole miles de imágenes de palmeras y de otros árboles, indicándole en cada imagen los árboles que son palmeras y los que no. Aquí el concepto «dato» es fundamental, porque la IA necesita de muchos datos para ir aprendiendo. Al principio falla, pero cada vez menos hasta que es capaz de realizar la tarea con éxito y de forma autónoma, tomando él mismo sus propias decisiones. Prácticamente como trabaja el cerebro humano. Cuando el programa está listo, puedes enviarle una imagen satelital de un área del mencionado parque natural que quieres analizar y él te dirá qué porcentaje de palmeras hay entre los árboles, qué superficie total ocupan en relación a otras especies, incluso la variedad si se le entrena para ello.
Tipos y aplicaciones de Inteligencia Artificial
Existen multitud de aplicaciones de la Inteligencia Artificial. Aquí te exponemos algunas de las más comunes. Pero piensa que hoy día la utilizamos sin darnos cuenta, en el manejo de herramientas informáticas para el trabajo, en nuestra casa, en el móvil…
Machine Learning
Machine Learning o Aprendizaje Automático (en Español) es una rama de la Inteligencia Artificial que se encarga del desarrollo de técnicas que permiten a las máquinas aprender de manera automática, mejorando a través de la experiencia y sin que hayan sido expresamente programadas para ello.
Una vez que el software se entrena a partir de los datos que se le aporta y las instrucciones que se le da para su interpretación, los algoritmos serán entonces capaces de encontrar patrones en nuevos conjuntos de datos, tomando decisiones y aprendiendo progresivamente sin la intervención humana.
El Machine Learning se usa en seguridad de los datos y las personas, en la bolsa, en el marketing personalizado, en la medicina, etc.
Sistema experto
Son programas que emulan a una persona experta en una determinada materia. Muy usando en soluciones de atención al usuario en determinados sectores profesionales, o como apoyo a otros expertos humanos en sus trabajos de investigación.
Redes neuronales
Son sistemas de software concebidos para emular al cerebro humano, tratando de crear un modelo simplificado de éste, de tal manera que el sistema sea capaz de intercambiar datos, reconocer patrones y también aprender. Aquí no se trata tanto de crear algoritmos como de establecer un sistema parecido al cerebro con sus conexiones neuronales.
Entre sus aplicaciones más importantes están el reconocimiento de patrones de voz e imágenes, detección de fraudes económicos, predicciones meteorológicas y económicas…
La IA está ya presente en muchos más aspectos de nuestra vida de los que creemos y forma parte ya de la programación de multitud de dispositivos que usamos (y nos analizan) cada día. ¡Bienvenidos al futuro!
